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La Historia de los Pañuelos

El pañuelo cada día está más en desuso, sus años de gloria han pasado, pero sin duda, durante siglos ha formado parte imprescindible de la indumentaria. Existían desde los más sencillos y humildes, hasta los elaborados con las más ricas sedas y tejido en oro. Aquí, te explicamos la historia del pañuelo.

Origen del Pañuelo

Si nos remontamos a los orígenes del pañuelo, su primer uso fue enjugar el sudor de la frente y secar la cara: de ahí que los romanos llamaran a esta prenda facilia, en plural, ya que se llevaba más de uno.

 

También se utilizó en la Antigüedad como venda de primeros auxilios, e incluso como hatijo a modo de bolso donde guardar provisionalmente cosas de valor.

 

El pañolón atado con cuatro nudos a la cabeza, que hoy nos parece arquetípico del rústico, ya podía verse en la Antigüedad clásica. Se solían llevar dos pañuelos: uno anudado en la muñeca izquierda y otro metido en la cintura.

Historia del pañuelo en Grecia y Roma

Cuenta Eusebio de Cesarea, en la primera mitad del siglo IV, en su Historia eclesiástica, que el othone de los griegos servía tanto de pañuelo como de servilleta. Y el retórico hispano latino Quintiliano habla del candidum sudarium = pañuelo que podía servir para ocultar el rostro o para protegerse del sol, como hacía el emperador romano Nerón en los espectáculos circenses.

 

Otro uso que tuvo en Roma, fue el de proteger la garganta y evitar ronqueras y resfriados, práctica que todos hemos conocido cuando en las noches frías nos protegemos del relente.

 

Por eso cuenta el poeta latino Catulo que en la sociedad de su tiempo regalar un pañuelo era gesto muy valorado, sobre todo si era un pañuelo de calidad y nombradía, como los que se fabricaban en la ciudad hispana Setabis, la valenciana Játiva. ¿Se sonaba la gente las narices con él?.

Historia del pañuelo en la Edad Media

En la Edad Media los pañuelos eran signo externo del amor. Sin embargo, regalar pañuelos estaba visto como algo que aportaba mal fario a la persona a la que se le regalaba.

 

En los tiempos antiguos el pañuelo tenía valor simbólico en fiestas y espectáculos. Así nació la costumbre hoy tan taurina de airear los pañuelos para expresar agrado.

 

También sirvió como distintivo social característico de las clases elevadas. Quien no poseía pañuelo se contentaba con agitar una parte de la toga.

Historia del pañuelo de bolsillo

No es pregunta ociosa, ya que por curioso que pueda resultar, para lo último que se utilizó el pañuelo fue para sonarse la nariz. A nadie se le hubiera ocurrido una cosa así, y de haberlo hecho hubiera sido muy mal mirado.

 

Los romanos no se sonaban las narices con el pañuelo; sonarse en público o hacer cualquier otro ruido corporal era de pésimo gusto en aquella sociedad sofisticada.

 

Como otras muchas cosas, el Renacimiento italiano resucitó el uso del pañuelo, aunque con leyes especiales sobre su uso: durante el siglo XV, sólo podía utilizarlo la nobleza.

 

El pañuelo de bolsillo, apareció en Venecia hacia 1540: el fazzoletto, del latín facilia. Lo utilizaban principalmente las “damas de la noche”, mujeres de vida alegre de las que la romántica ciudad rebosaba.

 

De Venecia pasó el pañuelo a la Corte francesa de Enrique II, el monarca que había acuñado la frase “París bien vale una misa”. En España el pañuelo para las narices era prenda usual en tiempos de Cervantes, se hablaba entonces de “pañizuelos de narices”, que eran lo que en el siglo XV, se llamó “mocadero”, palabra que indica lo triste de su destino.

 

Era este mismo pañuelo el que en el siglo XVII, tuvo uso consagrado en el teatro: los actores lo requerían para representar las tragedias; sin él, este género dramático resultaba tan falto de algo como la comedia sin abanico. Los pañuelos solían perfumarse para aireándolos esparcir la fragancia de la esencia en ellos puesta.

 

En los tiempos más modernos, lo práctico y la funcionalidad se impusieron, y se comenzaron a fabricar los pañuelos de papel destinados a casi cualquier uso de la higiene corporal.

Historia del pañuelo en la Época Moderna

Hasta el siglo XVIII, el tamaño del pañuelo no fue importante, ni su color, ni siquiera su forma; todo valía. Fue la antojadiza esposa de Luis XVI, María Antonieta, quien dictaminó que todos los pañuelos fueran cuadrados, como los que el emperador Aureliano del siglo III, impuso en Roma a los asistentes al circo y al teatro.

 

Desde entonces fue susceptible de modas, y hubo muchos tipos de pañuelos diferentes, así como destinos nuevos para pieza tan sencilla.

 

En 1844, llegó a Madrid la moda francesa del pañuelo llamado à la fleur de Marie, decorados con motivos florales y aves del paraíso. Toda persona elegante, sin importar su sexo, debía llevar en la mano.

 

Fue ese pañuelo el que servía de pretexto a las damas cuando querían dar a entender a sus despistados acompañantes su interés hacia ellos, dejándolos caer de manera displicente tantas veces cuantas juzgara que el mozo en cuestión merecía la pena.

 

Si nadie recoge el pañuelo la muchacha no debe hacerlo: la revista Woman en 1982, cuenta el caso de cierta señorita que al no ver recogido el pañuelo que había dejado caer se vio obligada a empujarlo con el pie hasta su casa.

 

Todavía a principios de siglo XX, cuando un mozo se prendaba de una moza le pedía que lavase el pañuelo que le entregaba: si ella aceptaba equivalía a aceptar el cortejo.

Curiosidades históricas del pañuelo

A lo largo de los siglos este complemento ha estado rodeado de infinidad de curiosidades y creencias populares. A continuación detallamos algunas de ellas:

 

  • En las despedidas amorosas no es bueno seguir agitando el pañuelo cuando ya no se divisa a la persona que se despide: se le envía a un viaje sin retorno.

  • Si una mujer soltera encuentra tres frailes juntos y hace tres nudos en su pañuelo la suerte le sonreirá.

  • En algunas regiones se hacía un nudo en cada esquina del pañuelo para hallar lo perdido. Acaso se relacione con esto la costumbre de hacer un nudo en el pañuelo para no olvidar algo.

  • Antaño, las mozas apretaban un pañuelo de seda negro y pedían a la luna nueva que les dejara ver al hombre que las llevaría al altar.

  • También se realizaban ceremonias con pañuelos para saber cuántos amantes iban a tener en la vida.

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